La ciudad no había amanecido éste domingo cuando a las 7:07 el país se quedó sin luz. El cielo estaba cubierto y llovía. Las calles de Rauch no registraban movimiento. Algunos jóvenes volvían presurosos bajo las lloviznas constantes que a esa hora cubrían la ciudad. Los madrugadores de los domingos comenzaban a inquietarse ante el retraso del regreso del servicio.
Los negocios abrieron sus puertas aunque la atención fue reducida. A “la luz de las velas” y con algunos servicios reducidos, la atención fue casi normal en los comercios que habitualmente atienden los domingos, y ante el movimiento que además genera el día del padre.
Muchos de éstos comerciantes se vieron imposibilitados de efectuar operaciones mediante tarjetas de créditos. También se vieron imposibilitados los que tenían pensados realizar extracciones de dinero en los cajeros automáticos. Después de las 15, la situación se normalizó, tras ocho horas sin luz.