Natalia Penchas, la cocinera que desde Rauch, cautiva a más de un millón de seguidores con sus recetas

Cocinera, alimenta una comunidad de más de un millón de seguidores en Instagram, con recetas dulces y saladas. Vive en Rauch, pero tuvo miles de kilómetros recorridos antes de llegar a la vecina localidad.

Natalia Penchas vivió aquí y allá. Se crió en Venezuela, vivió en Francia, en Estados Unidos, en Buenos Aires y desde hace unos años se radicó a pocos kilómetros de Tandil, en la vecina localidad de Rauch. Desde allí, cautiva a más de un millón de seguidores en Instagram con sus recetas diarias.

-No sos de Tandil, tampoco del lugar donde vivís…

-Yo viví en muchos lugares del mundo y ahora estoy en Rauch, que es una ciudad muy cerca de Tandil, donde tengo mi Taller de Cocina, mudé todo ahí, porque me enamoré de una persona de ahí y me encanta. La verdad que también vengo mucho a Tandil.

-Imagino que la cocina siempre fue algo que atravesó tu vida

-Mis padres eran biólogos marinos, pero siempre tuve gente que cocinaba en casa comida muy rica. Me crié en Venezuela, viví en Francia, en Estados Unidos y siempre estuve pegada a lo que es la cocina. También estudié Letras, Cocina, Pastelería, Panadería y Fotografía. Y ahora empecé con Marketing.

-¿Es lo tuyo esto?

-Yo estoy en lo mío hace 30 años. Tengo 48 y empecé a los 19. Fui jefa de cocina, trabajé afuera, encabecé cocinas y cuando cumplí casi 40 años, me dije a mí misma que no quería verme a los 50 adentro de las cocinas y ahí viré a todo lo que es comunicación y marketing, y es a lo que me dedico hoy, que es comunicación del buen comer.

-Los viajes, el conocer otras culturas, otros estilos, es también la base de tu forma de cocinar…

-Es la razón por la cual tengo el estilo que tengo, que es muy diferente a los estilos de cualquier otro cocinero argentino. Tengo una gran influencia caribeña, también francesa, porque mi madre es francesa y vivimos en Francia, y la verdad que después, vivir en Estados Unidos fue brutal de la cantidad de migración diferente que hay. He podido estar con la comida de otros países de forma muy estrecha y eso hace que mi cocina sea diferente. Siempre comparto también recetas argentinas pero con una vuelta de rosca, de mi estilo. Para el último partido de Argentina hice unas empanadas de carne cortadas a cuchillo, muy porteñas, pero yo descubrí como cocinera que si usás hojaldre y lo pinchás, la empanada sale mejor… Claro, pinchar la empanada es como un sacrificio, y realmente funciona.

-¿Tuviste sólo buenas experiencias?

-Tuve mis aciertos y mis fracasos. Abrí dos restaurantes cuando vivía en Estados Unidos y uno de ellos fue muy complejo. Aprendí mucho de esa experiencia. También me pasó que acá en Argentina, cuando recién me había recibido, me pusieron de jefa de cocina y fue muy estresante. Siempre recomiendo a los que hoy están empezando que lo hagan desde abajo. Yo después hice el camino de empezar desde abajo, para comprender y saber más sobre el trabajo.

-¿Preferís ser cocinera en un restaurante o abrir el tuyo?

-Yo creo unos valientes en la Argentina de hoy a aquellos que ponen sus restaurantes y viven de eso. Yo soy muy metódica y hago muchos números y me da miedo abrir algo en el país.

-¿Cómo es el paladar del argentino?

-A mí me parece que de un tiempo a esta parte el argentino empezó a experimentar con mezclas de sabores agridulces y demás. Yo hace unos años decía -y ahora no lo digo más- que el argentino tenía un paladar infantil, que es hamburguesa, papas fritas, pizza… El paladar es como un niño, va madurando según se va enseñando. Salís a comer y los sabores son diferentes, y hay más condimento. Cada sociedad tiene sus preferencias. Cuando viví en Estados Unidos todo me parecía picante. Nosotros tenemos tan buenos productos como la carne y los productos de estación, que casi no hace falta tapar el sabor con nada.

-¿Cómo ves la movida gastronómica de Tandil?

-Tandil está que explota. Ahora con el Clúster Quesero, está por salir un catálogo, y me pidieron que elija cinco platos con quesos de cinco lugares, y realmente me costó porque tenía mucha variedad. Hoy salís a comer y cada lugar tiene algo especial en Tandil. Desde la primera vez que vine, en 2017, a la fecha, es increíble la maduración en el sabor, en los platos y en el buen servicio, la verdad que es lindo verlo.

-¿Cuándo decidiste volcar todo a las redes?

-Las redes sociales para mí fueron todo una sorpresa, yo en pandemia me quedé sin trabajo, hacía el mismo contenido para mis redes pero para una marca internacional. Cuando me quedé sin trabajo, empecé a trabajar en mi marca personal.

-No es sólo subir contenido…

-Creo que es muy importante saber lo que querés contar. Subir recetas por subirlas, no tiene sentido. Si no hay algo que vos querés comunicar, no funciona. A mí me gusta lo que es visual, lo estético. Y después, cómo se hace una receta para que quede lo mejor posible. Con pocos productos, no dejando un ojo en el supermercado para poder cocinar, podés comer delicioso. Es una red social, no la hago yo sola, sino que hay muchas personas que contribuyen con sus comentarios y se ha generado una comunidad de recetas donde yo tiro algo, lo que pasa es mágico. La gente se re copa. Comer rico, comer bien, comer de temporada, consumir cosas que sean de tu localidad. Son esas las ideas. A mí las redes sociales me parece que si las sabés usar con un propósito, están muy buenas; el problema es cuando no hay un propósito.

-¿En algún momento, sentiste que te desbordaba la cantidad de seguidores?

-Cuando se empezaron a viralizar los primeros videos no sabía cómo manejarlo, porque obviamente no es todo bonito y color de rosas, pero se logró una comunidad que es bonita y los seguidores tienen un respeto total por mi profesión y laburo. Es un gran libro de cocina. Yo subo recetas de todo tipo. Algunas son más económicas y otras más baratas. La idea es que todo el mundo entre y encuentre algo que se ajuste a su bolsillo. Yo quiero que la gente se sienta atraída por el contenido y que sea un lugar de entretenimiento donde no estemos atravesados por nuestros problemas como país.

-¿Sos de cocinar en tu casa?

-Mi marido cocina bárbaro también. Nos turnamos. A él le encanta lavar los platos, cosa que es fantástica, porque yo la odio, y hacemos buen equipo. Re cocino. Capaz que yo subo mucho dulce pero no es lo que más como. Yo voy subiendo lo que voy comiendo. Es como esa receta de la abuela.

-Por qué, de todos los lugares en el mundo… ¿Rauch?

-Me encanta Rauch. Me encanta despertarme a la mañana y escuchar la cantidad de pájaros que hay. Me pasó algo gracioso las primeras veces que vine, porque mi casa en Buenos Aires estaba en Almagro y se escuchaba todo lo que sucedía en la calle y en el edificio. Y cuando dormí por primera vez en Rauch, parecía que los pájaros me estaban taladrando los oídos. Primero que estoy con la persona que amo y eso ya es un montón y después la gente, que puedo salir a correr, tengo buenos amigos, esa cosa de que viene gente a casa y pasan el día, o alguien toca el timbre a tomar un mate, es como que encontré paz y eso potenció todo lo que estaba haciendo. La verdad que es un sueño estar ahí.

(Fuente El Eco de Tandil/ Sección «Diálogos» autor José Di Bartolo)

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