ESCRIBE EL DOCTOR HERNANI JUSTO BARILI
Fundado el pueblo el 20 de abril de 1872, aprobada la traza del ejido y puesta en venta los solares, quintas y chacras el 15 de febrero de 1873, la situación de los pobladores no era la ideal y los reclamos se acentuaban día a día al tener a las autoridades del juzgado distante catorce leguas.

No obstante unos meses atrás, el 28 de octubre de 1872, Francisco M. Letamendi sugirió tres nombres para su reemplazo en el Juzgado: Pedro J. Vela, Manuel Anasagasti y Martín J. Costa. El 16 de diciembre el Ministro de Gobierno Amancio Alcorta confirma en el cargo a Francisco M. Letamendi.
El 4 de abril de 1873 se nombra Alcalde del poblado a Martín J. Costa, para descomprimir el conflicto y así, garantizar la seguridad de los vecinos y satisfacer los reclamos. Martín J. Costa era el Alcalde Interino del Cuartel 6º. Desde el comienzo, establecer orden y ejercer autoridad, le fue dificultosa.
La gente se reunía y debatía los pasos a seguir con el mero hecho de mejorar la situación, y deciden enviar directamente una carta al gobernador de la provincia Dr. Mariano Acosta con fecha del 30 de julio de 1873 redactando:
“Excelentísimo Señor: los que suscribimos, vecinos del partido de Rauch, ante Ud. y con el debido respeto nos presentamos y decimos: que las circunstancias porque atraviesa el partido con la formación del nuevo pueblo, al que hemos dedicado toda nuestra consagración y que tantos desvelos y sacrificios nos cuesta, es de suma necesidad que Ud. apreciando nuestra situación, se digne ordenar que sin demora alguna se trasladen a este pueblo las oficinas del Juzgado y Municipalidad, que permanecen aún a catorce leguas de distancia.
El gran impulso que toma este pueblo con la adjudicación de todos los terrenos, pues se está poblando a toda prisa a pesar de los muchos inconvenientes que se tocan por la seca que se hacen sentir demasiado, demuestran a Ud. de un modo bastante palpable la justicia que nos acompaña al pedirlo no es mucho Excmo. Señor, a más de que es justo, que las autoridades del partido vivan y tengan su asiento aquí en el mismo pueblo. No pueden calcularse los perjuicios que a cada individuo que tiene que ir en reclamo de justicia y ponerse al abrigo de las leyes que nos rigen, tenga que renunciar a este derecho a causa de la gran distancia que tienen que atravesar para ir al juzgado y de los muchos gastos que con este motivo se le originan.
Esperamos que Ud., penetrado de la importancia de nuestro pedido y conocida la necesidad que tenemos en elevar a nuestra ilustración esta solicitud, se sirva ordenar que inmediatamente se haga lo que al principio exponemos, cuyo ha lugar esperamos de un gobierno tan liberal y progresista como es el de Ud. Es gracia.
Firman: Eugenio Rosua, Juan Huidobro, Teodoro A. Otero, Tristán Rodríguez, Juan R. Elizalde, Mauricio González, Saturnino Pita, Fernando Othar, Lorenzo Ladaga, José Ibarrola, Barcario Serrano, Pedro Bidondo, Francisco Aguiar, José Romariz, Bautista Indarte, Benedicto Calcagno, Dalmiro Seguí, Manuel Anasagasti, Mazzucchi y Cía., Bautista Serrey, José de la Peña, Celestino de la Peña, Sta. Antonio, Carlos Soipera, Pedro Massey, Pedro Ibanguindez, Carlos Fernández, Basilio Casal, Hermógenes Calderón, Emilio Carol, Cecilio Barragán, Felipe Rodríguez, Manuel Olivera, Luis Chiclana, Martín López, Miguel Mazzucchi, Jorge A. Sartoris, Gaspar Toinán”.
Ante esta situación social y política desbordante, el Juez de Paz Francisco M. Letamendi, se comunica con el gobernador el 2 de octubre de 1873. Es indudable que la figura de Manuel Anasagasti, entre los firmantes, es la fuerte oposición política que debe enfrentar Francisco M. Letamendi. Es la disputa del poder que enciende conflictos en el nuevo pueblo. El 20 de septiembre renuncia Juan Pedro Doyhambehere al cargo de Obras Públicas y se nombra a Saturnino Pita, hombre de confianza de Manuel Anasagasti.
Carta de Francisco M. Letamendi al Gobernador Mariano Acosta: “Excmo. Señor: los fundamentos de la renuncia que tuve el honor de elevar al Superior Gobierno el primero de marzo del corriente año, iban basados precisamente en la misma imprescindible necesidad, en que también lo hacen los peticionarios que han motivado este informe, de que esta oficina a mi cargo pasase cuanto antes a tomar su asiento en el corazón de aquel naciente pueblo, donde pudiesen sentirse y remediarse con prontitud las justas exigencias de su creciente desarrollo, consultando en ello el mejor servicio público y el lleno de las legítimas aspiraciones de su nuevo vecindario, como lo manifesté también de viva voz al Excmo. Señor Gobernador en la audiencia que se dignó acordarme el seis de aquel mismo mes; de la cual resultó, acatando como debía las juiciosas reflexiones que me hizo S. E., quedar empeñada mi palabra de continuar por todo lo que faltaba del presente año en este mismo puesto, cumpliendo los deberes de mi cargo, pero procurando siempre conciliar en ello, cuanto fuere posible los inconvenientes que ofreciese la larga distancia que separa este Juzgado de aquel centro de población.
Estas consideraciones Excmo. Señor, han hecho abstenerme de insistir en mi primer y constante deseo, de que se me nombrase sucesor. Si S.E. creyese relevarme ahora del fiel cumplimiento, de aquel compromiso, no se haría esperar por mi parte la reproducción de aquella mi renuncia. Hecha esta exposición, V.E. se servirá resolver lo que estime conveniente y le sugiera su alta ilustración”.
El gobernador Mariano Acosta le escribe a Francisco M. Letamendi el 2 de noviembre de 1873, percibiendo un sentimiento de descontento en la gente del pueblo, situación que se ha hecho fuerte con el correr de los meses: “Sr. Francisco Letamendi: Muy Sr. mío y amigo: A más de la solicitud que fue a su informe, varios vecinos de ese partido insisten en que las autoridades residan en el nuevo pueblo. Desearía, pues, que Ud. me informara si cree Ud. conveniente, y sobre todo si los edificios públicos están en estado de ser ocupados por las autoridades de ese partido. Es solo en el caso en que su contestación sea afirmativa que me decidiría a aceptar su renuncia. Dejo, pues, a su buen juicio o que continúe Ud. en el Juzgado que Ud. desempeña a entera satisfacción del Gobierno o en caso contrario si Ud. cree necesario que el juzgado se traslade al pueblo, y Ud. no puede hacer el sacrificio de trasladarse allí para instalarlo, insista Ud. en su renuncia para aceptársela, por más desagradable que me sea hacerlo…Su at. S.S. y amigo”.
El 15 de noviembre asume Saturnino Pita el cargo de Alcalde, tras rechazar el cargo Francisco Martínez, el mismo día también, es nombrado Francisco Aguiar, otro hombre de confianza de Manuel Anasagasti, como Oficial de Policía del partido, haciéndose cargo de ese ramo y de la dotación de diez hombres, recayendo en él la responsabilidad de la seguridad de todos los ciudadanos del partido de Rauch; podemos decir que fue el Primer Comisario del pueblo.
En esta época se finaliza la construcción del edificio de la Municipalidad construida por el ingeniero Justino Sabaría.
El 1 de diciembre de 1873 escribe Francisco M. Letamendi al ministro de Gobierno Dr. Amancio Alcorta: “Constándome la justa insistencia de los vecinos del pueblo de este partido en solicitar del Superior Gobierno la más pronta traslación de esta oficina al edificio construido allí para ese destino, en lo que les he reconocido siempre una razón muy legítima y contando ya con la relevación del compromiso contraído con el Excmo. Señor Gobernador en marzo último, tengo el honor de presentar a Ud. la indeclinable renuncia que hago del cargo que desempeño de Juez de Paz de este partido; para que se digne elevarla al superior conocimiento de S.E. a efecto de que se me nombre cuanto antes un sucesor. Dios guarde a Ud.”
El gobierno acepta la renuncia y nombra Juez de Paz a Manuel Anasagasti el 23 de diciembre de 1873, asumiendo el 22 de febrero de 1874 en la estancia “Porvenir” de Francisco M. Letamendi. La Comisión Municipal es conformada por Antonio Fernández (Procurador), Antonio R. Vaqueiro (Policía Municipal), Mauricio González (Culto e Instrucción Pública) y Juan Reyes Elizalde (Tesorero). Municipales suplentes: Jorge Sartoris y Alberto Márquez.
Por un tiempo las aguas se calmaron…
Puede inferirse de tan interesante reseña, que las disputas de poder y las necesidades populares nunca fueron ni serán beneficiosas para el bien general.
Tal cual Jorge..
Sin embargo, hago otro lectura…
Salí de la cárcel encierro rejas o mental artificial luego, al menos de que me dijieron en un papel robe 5 vacas. Pena máxima. De acuerdo a la siguiente leyenda, cada necesidad un derecho . En el cual por cada abogado, ( Si tiene abogado) favor, o pruebas.. me hacen otro.. como cambio de carátula.. o reducción de pena .. en vulgar…
O por adicciones varias cometí un ilícito, o bue…
cuando te dicen vamos a formar una nueva sociedad… o un hombre nuevo.. elegí un nombre.. o mejor dicho te digo todo a través del nombre.Hermógenes Calderón. Muy interesante lo del Dr Barili…carta muy real.. fuente real..