Durante sus más de 12 minutos de intervención haciendo uso de la Banca Abierta en el Concejo Deliberante, Graciela Sosa, puso en discusión la falta de políticas de Estado tendientes a resguardar a las personas con discapacidad, al tiempo que desnudó las falencias del Municipio por la aplicación de medidas invisibles a los ojos de quienes padecen dificultades.
El mensaje de tono pausado fue como una bofetada ante la inercia de quienes tienen responsabilidad. También significó un llamado de atención a la indiferencia de la comunidad.
Pidió unificar criterios y alistarnos en el cumplimiento de la ley.
Su mensaje fue contundente. Junto a Alberto su esposo y su hijo Dylan inició hace casi 10 años un camino que los transformó en pioneros en campañas de autismo. Recorrió las plazas, tomó contacto con la gente y explicó de qué se trataba el autismo.
Su andar fue clave. A una década de su proclama, y con Dylan ya crecido y con 16 años, Graciela esta vez eligió el camino de no pedir, sino exigir. “Queremos medidas efectivas e inmediatas para sensibilizar y concientizar. Queremos las herramientas necesarias que tienen los que nos gobiernan”, planteó.
“Hay una dirección Municipal de Discapacidad que debería ponerse a la altura de las circunstancias”, dijo.
“Nosotros como padres empezamos a hacer campañas cada 2 de abril para tomar conciencia. Empezamos de a poco y el último año no nos hicimos cargo de la campaña ya que como familia decidimos corrernos a un costado y dar lugar a la Dirección de Discapacidad porque creemos que el tema estaba instalado y que era hora de dejar lugar en manos de gente experta. El hecho que haya una dirección de discapacidad me dejaba tranquila, pero lamentablemente no está a la altura de cómo dejamos las campañas de Rauch”.
Planteó que “poner una pieza azul en el “monolito”, un papel celofán azul en los faroles y traer dos terapistas, desde mi punto de vista no es suficiente”.