La ciudad en movimiento en el marco de la Fiesta Nacional del Ave de Raza

Cada edición tiene su atractivo. Las calles de la ciudad se modifican. La gente deja sus costumbres de lado para sumarse a las diferentes propuestas en el marco de la Fiesta. La geografía lugareña y la tranquilidad pueblerina se ven alteradas. Son tres días intensos donde la ciudad no descansa. Hay juegos, propuestas gastronómicas, parrillas populares y vendedores ambulantes que ofrecen de todo. La gente camina y se choca entre los puestos ubicados en el centro de la ciudad. Los artesanos locales y foráneos aprovechan a exponer sus trabajos. Hay obras en madera, hierro, trabajos en tela y lana. Plantas y flores. Música, relojes, anteojos y hasta indumentaria. En el aire se juntan los olores. Asado, pollo y alguna que otra comida elaborada. La ciudad se adapta a la llegada de cientos de visitantes, y otros, que a pesar de la crisis se las rebuscan para mudar su comercio de pueblo en pueblo.

En las plazas, juegos para los más chicos.

 

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