Nació en Tandil hace 35 años, pero recién se dio cuenta de que tenía síndrome de Down cuando miraba un capítulo de la novela Amigovios. En ese momento lo entendió, pero su reconocimiento no le impediría desplegar su talento en los años posteriores. Más bien todo lo contrario.
En una nota publicada por Infobae en 2017, María Etcheber contó que «soy soñadora cuando me pongo a escribir. Es algo que podría definir en una sola palabra: algo maravilloso. Me hace ser libre, ser independiente. Me hace emocionar». La tandilense ya cuenta en su haber con tres libros: El sentimiento de María, su autobiografía, y Cartas con luz y Preguntas para el alma.
HOY EN EL MUSEO DE ARTES
Este miércoles, y en el marco de las actividades organizadas en adhesión a la fundación de la ciudad de Rauch, la escritora tandilense se presentará a las 18.30 horas en el Museo de Artes de la Casa de la Cultura en un evento que organiza la dirección de Discapacidad y la Rueda Femenina de Rotary.
Los pensamientos de María fluyen y se registran en escritura. Experiencias, ideas, ocurrencias que surgen de su día a día y elige transmitirlos con su pasión. Elige hablar de la envidia, la verdad, sus amigos, el amor.
María aseguró que heredó la afición por escribir de su abuelo Pocho, especialista en cartas interminables a sus familiares y amigos. Su proceso de escritura es sistemático: música de fondo para que la inspiración fluya y se traslade a su mano. El manuscrito luego lo pasa a la computadora.
A aquel episodio de Amigovios, le siguió la explicación respectiva de sus padres. ¿Qué era lo que tenía? ¿Era diferente al resto? Para María, el síndrome de Down no implicaba una barrera. De hecho al mismo momento, ya cursaba en el Colegio Martín Rodríguez, la institución que la inició en la lectoescritura, el basamento para su incipiente carrera literaria posterior.
Los textos de María se adscriben dentro del método de lectura fácil, más accesible para personas con dificultades lectoras derivadas de trastornos de aprendizaje, necesidades educativas especiales, discapacidad o alfabetización adulta. La técnica constituye, entonces, una garantía para el acceso a la información y a los contenidos escritos para todas las personas, con independencia de sus capacidades.
«No dejemos de leer. Leer nos lleva a un camino de ser feliz. ¡No se lo pierdan!», remarca María que de la lectura, como un hobby, pasó a la escritura como una profesión.