Después de conocerse la condena a Pedro Pagano: carta abierta de los hijos de Raúl Alberto Caballero

Hace dos años (el 15 de mayo de 2017) nos enteramos que papá había sido asesinado por muchas puñaladas por Pedro Pagano. Ninguno de nosotros entendía nada. Papá había cambiado su número de celular y en el trayecto de esa mañana nos escribió a todos un mensaje. Esa fue la última comunicación que muchos tuvimos de él.

Por supuesto, ante el hecho nos reunimos todos en casa lo más rápido que pudimos, muchos no vivíamos en Rauch. El dolor que sentimos equivale a cada una de las puñaladas que el asesino Pedro Pagano le dio a nuestro padre. Todos entendemos el ciclo de la vida, pero esta muerte no la vamos a entender jamás. Claramente, la forma en la que murió, mejor dicho, la forma en que Pagano lo mató es algo que nos desarmó a todos en mil pedazos, incluida mamá.

En el juicio a Pagano escuchamos muchas cosas, y muchas de esas cosas fueron mentiras que se crearon para beneficiar al asesino. Por eso, para honrar la memoria de nuestro papá queríamos escribir esta carta.

Nos criamos en un ambiente familiar totalmente sano. Nos sobraba cariño, fuimos hijos que sus días transcurrían desde un desayuno, ir a la escuela, volver, almorzar en familia, jugar entre nosotros, hacer la tarea, estar con amigos, visitar a los vecinos, cenar en familia, mirar la tele, y acostarnos a dormir, siempre con mimos, unas buenas noches y una canción para dormir.

En nuestro hogar jamás vivimos situaciones de violencia familiar, jamás recibimos una cachetada, una trompada, ni ningún tipo de maltrato, todo lo contrario: jamás nos pegaron. Siempre nos enseñaron que la violencia estaba mal, que no se debía pegar, que las cosas se resuelven hablando, y aunque suene increíble, seguimos pensando lo mismo.

En nuestro hogar, nunca hubo armas de ningún tipo, ni de juguete. Ninguno manipuló un arma en su vida, y muchos menos andábamos ni andamos con armas blancas en nuestros automóviles.

Muchos de nuestros hermanos se fueron a estudiar. Desde chicos nos enseñaron que la educación era una herramienta que debíamos adquirir. La educación que recibimos en casa fue ejemplar: algunos principios que nos quedaron, además de que las cosas se resuelven hablando, es que no debíamos inmiscuirnos en la vida ajena de los demás, en nuestro hogar nunca hubo rumores ni de familiares, ni de vecinos de nuestra comunidad. Otro principio fue el de la educación y el trabajo, el de la unión de nuestra familia, el de sentir empatía, respetar a los mayores, el de escuchar y ser amables, entre tantos otros.

Muchos de nosotros estudiamos y nos dedicamos a profesiones dedicadas al deporte. Como todos saben papá era un aficionado periodista deportivo que amaba su profesión, que le permitió viajar a muchos lugares, a los cuales nos prometió que algún día nos iba a llevar a conocer, como Mendoza y San Luis. Papá amaba su trabajo, y admiraba a cada uno de los jóvenes que acompañaba a los juegos bonaerenses. Todavía conservamos muchas fotos de esos deportistas. El amor por el deporte es algo que también papá nos inculcó

Creemos que la gran educación que recibimos en nuestro hogar fue la que marcó el camino de todos nosotros. Creemos ser buenas personas, buenos amigos, buenos compañeros, y lo que más nos importa, buenos hijos.

Admiramos mucho a nuestros padres, entendemos ahora de grandes que no fue fácil criar a ocho hijos, y darles de comer, vestirlos, llevarlos a la escuela, comprarles algún regalo. Nunca nos sobró un peso, pero nunca nos faltó un plato de comida, y jamás, pero jamás nos faltó amor. Insistimos en contarles que nos criamos en un lugar de mucho amor, eso es lo que creemos que hasta el día de hoy fue la semilla que sembró el amor que nos tenemos entre nosotros y hacia nuestros padres.

Todos conocen a nuestra mamá, y no necesitamos describirla porque tal cual ella se mostraba en el hospital, así es en casa: trabajadora, atenta, cordial, amorosa. Ella perdió, a su compañero desde hacía cuarenta años, se lo arrancaron del brazo y nosotros jamás vamos a dejarla sola. Jamás.

Deseamos dar a conocer que nunca tuvimos sed de venganza, nunca se nos ocurrió ir a la casa de la familia de Pagano, ni a parar en la calle a alguno de sus hijos, ni a su esposa. La mayoría de nosotros conoció al asesino de papá y a su familia en el juicio, jamás los perseguimos, ni amenazamos, ni siquiera buscamos una foto de él.

Incluso decidimos no poner un abogado para que lleve la causa, confiábamos en la Justicia y dejamos actuar libremente al Fiscal. Nunca hicimos ninguna objeción, nunca hablamos con el Fiscal más allá de las declaraciones testimoniales que muchos dimos. Asimismo, no llamamos a nadie para que testifique, y mucho menos llamamos a alguien que salga como testigo y pedirle que mienta. No nos educaron para hacer eso.

El juicio es algo que no se lo deseamos a nadie, sobre todo si llegan a ser víctimas de un delito, ya que a nosotros que somos los familiares de la víctima, nos hacían preguntas como si nosotros fuésemos los acusados. El abogado del asesino (que sabemos que hace su trabajo y no debe ser fácil defender a un asesino) comenzó el juicio casi sosteniendo que mi papá incentivó al asesino para que lo apuñale, afirmando que papá le gritó algo y le hizo señas, hecho que jamás vimos en papá, y que solo está en lo que dijo el asesino.

Este mismo abogado del asesino nos hizo preguntas que nos hirieron mucho. Imagínense qué y cómo responde a la pregunta de si “¿tu papá era mujeriego?” un hijo a cuyo padre lo asesinaron a apuñaladas, estando a la vista de todo el cuchillo de 18 cm con el que Pedro Pagano lo mató, y el asesino ahí presente. Algo inhumano, insensible, fuera de lugar, además de irrelevante.  Intentaron de todas las maneras posibles inculpar a papá con muchas mentiras, y nosotros escuchando eso sin poder decir nada.

Con el fallo del Juicio se demostró que la Justicia no es ni ciega, ni justa. A nuestro padre ninguna condena le va a devolver la vida. La muerte de nuestro papá nos desarmó la vida. La estábamos rearmando y esta condena totalmente injusta nos la volvió a desarmar.

Nos mantenemos en pie por mamá, por nuestros hijos/as, nuestros/as sobrinos/as, nuestros amigos/as, nuestros compañeros/as de vida, y por todo el amor que nos han brindado muchas personas en nuestra comunidad y de las ciudades en las que otros de nuestros hermanos viven. Recibimos cada mensaje de apoyo y lo agradecemos de corazón.

Queremos decirle a Pagano que no nos vamos a vengar, no es el odio lo que nos va a guiar en nuestro camino a seguir, pero no vamos a permitir que se digan mentiras sobre nuestro padre que usted nos quitó de un día para el otro, atacándolo con un cuchillo estando nuestro papá totalmente indefenso.

Nuestro camino va a ser siempre el del amor entre nosotros y hacia nuestros seres queridos. Mantendremos vivo el recuerdo de papá por toda la vida, honraremos su nombre y llevaremos con orgullo su apellido.

Paulo Alberto Caballero
Pedro Germán Caballero
Raúl Damian Caballero
Adrián Luciano Javier Caballero
Facundo Nicolás Caballero
Emanuel Caballero
Rodrigo Caballero
Alfonsina Caballero

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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