María Delia Speranza tenía 63 años y padecía esclerosis lateral amiotrófica (ELA), una discapacidad que le impedía caminar normalmente. Había nacido en Rauch pero los destinos de la vida la llevaron a radicarse en Capital Federal dónde desempeñó actividades como docente. Estaba casada con Alberto Antonio Chirico de 71 años. Tenían dos hijos. Un varón, de 38 años, arquitecto; y una mujer, de 39, quien estudió Marketing.
El matrimonio solía visitar con frecuencia la ciudad, dónde conservaba vínculos familiares, además de amigos de la infancia. María Delia era hija de don Alberto Speranza, un reconocido pintor fallecido hace algunos años y que fue parte del equipo del teatro Candilejas, y Delia Meaca.
La mujer trabajó como maestra de ciegos y era muy solidaria. Estaba acostumbrada a trabajar con personas con discapacidades y quienes la conocieron remarcaron su sensibilidad.
La noticia del homicidio del matrimonio en el barrio porteño de Flores éste martes causo conmoción a nivel nacional, aunque tuvo un impacto muy especial en Rauch. El matrimonio venía con frecuencia, ya que, a decir de los amigos, el matrimonio disfrutaba de los lugares y las actividades al aire libre.
El matrimonio estaba jubilado desde hacía algunos años. Chirico había trabajado en una droguería de Capital Federal, de donde es oriundo. Se desempeñó como visitador médico.
La mujer conservaba aún amigos de la infancia. Cursó en Rauch sus estudios en la Escuela Nro. 15 y en el Instituto Inmaculada Concepción.
“Siempre venían a Rauch. Aquí pasaban las vacaciones. Les gustaba mucho pasear. Disfrutaban del balneario”, contó una amiga de la mujer a LA NUEVA VERDAD DE RAUCH.
El matrimonio había evaluado la posibilidad de radicarse en Rauch., el hecho de tener dos hijos y nietos en Capital habían postergado su radicación definitiva en nuestra ciudad.
Quienes conocieron al matrimonio lamentaron la noticia. Manifestaron muestras de dolor ante aberrante hecho acontecido en la ciudad de Buenos aires.
EL HECHO
Alberto Antonio Chirico (71) y María Delia Esperanza (63), padres de dos hijos, encontraron la muerte de la peor manera. Durante un asalto perpetrado en su casa de la calle Garzón al 3500 en Parque Avellaneda en el barrio porteño de Flores.
Chirico se encontraba boca abajo, con un almohadón en la cabeza y dos orificios de bala. Al lado suyo se encontraba su esposa, también sin vida.
Según publicó el diario Clarín, Nicolás, un vecino del barrio, contó que estuvo con el hombre «a las 11.20», en el Parque Avellaneda. «Eran dos personas maravillosas», dijo.
La causa está a cargo de la Fiscalía Nacional en lo Criminal y Correccional N° 1 de Capital Federal, a cargo de Estela Andrades, quien ordenó que se preservara la escena del crimen y caratuló el hecho como «homicidio en ocasión de robo».
