El “manosanta” fue declarado “culpable” por un jurado popular. Se lo acusa de haber violado en el lapso de dos años en reiteradas oportunidades a la menor y a otra mujer mayor en el “consultorio” que el depravado tenía en una casa quinta de Bolívar.

Raúl Donato Guerreño de 57 años de edad y conocido como el «Hermano Raúl” fue declarado “culpable” por un jurado popular de haber violado en el lapso de dos años en reiteradas oportunidades a una nena de 11 años y a otra mujer mayor en 2012 en el “consultorio” que el “manosanta” tenía en una casa quinta de Bolívar.
El juicio –que condenó al acusado- se realizó la semana pasada en los Tribunales de Azul: el jueves pasado el jurado falló en su contra. El veredicto del jurado popular fue unánime: “declaramos culpable a Raúl Guerreño por dos hechos de abuso sexual con acceso carnal, agravado por ser cometido por ministro de culto”.
El “curandero” había sido detenido el 5 de mayo de 2016 por efectivos de la Sub DDI de Bolívar, luego de que la madre de la nena lo sorprendiera en pleno acto depravado al entrar a su pieza. Lo descubrió en su cama, semidesnudo y arriba de su hija, en una de las habitaciones de la quinta en la que vivía y donde tenía un templo de adoración al «Gauchito Gil».
Raúl Guerreño era un hombre que movilizaba mucha gente, tenía contactos policiales y políticos a nivel local, provincial y nacional. Durante el juicio por jurados, se probaron el tráfico de influencias y el cohecho (coimas) contra altos jefes policiales que encubrieron durante años al “manosanta”. No solo eso, sino toda clase de amedrentamientos y amenazas contra la mamá de la víctima.
El sospechoso sigue detenido y afronta una condena que podría dejarlo en prisión por 24 años.
“PACIENTES” DE RAUCH
El hombre alcanzó una popularidad impensada. Colectivos y combis repletas de distintos puntos de la Provincia llegaban todas las semanas a la quinta de Bolívar, donde el supuesto “sanador” atendía. Entre los pacientes había muchos de Rauch. El hombre generó un importante vínculo con esta comunidad. A tal punto que un verano –hace algunos años- llegó a Rauch y convocó a una nutrida asistencia en un encuentro espontáneo que se concretó en el Prado Español. La detención y posterior imputación, para muchos de los “clientes locales” cayó como un balde de agua fría, más aún cuando se siguen conociendo más capítulos de un personaje tenebroso.